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Revisión del 15:50 11 jun 2009
Sitio de Cartagena de Indias | ||||
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Guerra de la oreja de Jenkins Parte de guerra del Asiento | ||||
Fecha | Marzo–mayo de 1741 | |||
Lugar | Cartagena de Indias, Virreinato de Nueva Granada (hoy en Colombia) | |||
Coordenadas | 10°23′07″N 75°32′19″O / 10.385277777778, -75.538611111111 | |||
Resultado | Victoria decisiva española y la mayor humillación que ha sufrido Inglaterra a lo largo de su historia.. | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Fuerzas en combate | ||||
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Bajas | ||||
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El sitio o batalla de Cartagena de Indias, del 13 de marzo al 20 de mayo de 1741, fue el episodio decisivo que marcó el desenlace de la Guerra de la oreja de Jenkins (1739–1748), uno de los conflictos armados entre España y Gran Bretaña ocurridos durante el siglo XVIII. Esta batalla supuso la mayor derrota de la historia naval inglesa, al ser vencida una colosal flota de 186 buques. La victoria de las fuerzas españolas, al mando del almirante Blas de Lezo, prolongó la supremacía militar española en el Atlántico occidental hasta el siglo XIX.
Antecedentes
En la época constituía para los ingleses una prioridad el disponer de plazas fuertes en tierra firme en el Golfo de México, que querían convertir en inglés y en el que ya disponían de algunas islas, siendo Jamaica la principal de ellas. El poder español a escala europea llevaba 70 años en claro declive, por lo que Inglaterra no estaba dispuesta a seguir aceptando unas condiciones enormemente desventajosas para ellos en lo que al comercio americano se refería. A pesar de aquella legalidad establecida como resultado de guerras pasadas, el contrabando por parte de mercantes ingleses era constante, y no era la primera vez que militares ingleses intentaban poner pie en la costa, atacando ciudades o puertos poco protegidos, algunas veces con éxito momentáneo, pero que siempre eran reconquistados por los españoles a la postre.
Dentro de este panorama, los problemas del contrabando y el corso en el Caribe afectaban por igual a ambas potencias, aunque con ventaja española. Los ingleses reconocen haber capturado 231 buques españoles frente a 331 ingleses capturados por los españoles, hasta septiembre de 1741, mientras que los recuentos españoles hablan de 25 frente a 186, aunque a pesar de la gran discordancia de cifras, ambos recuentos reconocen ventaja para los españoles.
Como fondo de la cuestión estaba el dominio de los mares, que España ostentaba desde hacía siglos y que los británicos querían y estaban en camino de obtener.
Y precisamente uno de los muchos problemas de contrabando, ocurrido en 1738 frente a las costas de La Florida, fue el utilizado por Inglaterra como pretexto para tratar una vez más de arrebatar a España sus posesiones americanas. El incidente que traería tan terribles consecuencias, se produjo cuando un guardacostas español, La Isabela, al mando del capitán Julio León Fandiño, apresó a un capitán contrabandista inglés, Robert Jenkins, y en castigo le cortó una oreja al tiempo que le decía: «Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve». A pesar de que el castigo fue moderado dadas las costumbres de la época, Jenkins recogió su oreja y la metió en un frasco de alcohol, regresando a Inglaterra con ella.
En octubre de 1739, tras conocerse el incidente de la oreja, y haber mostrado Jenkins el tarro en el Parlamento británico, se consideró la frase de Fandiño una ofensa al rey, merecedora de la declaración de guerra a España; es decir, una ocasión más para tratar de conseguir el ansiado predominio de los mares y la posesión de los ingentes recursos naturales del Virreinato de Nueva Granada. Por ello, la Historia conoce esta guerra por el nombre de Guerra de la Oreja de Jenkins.
La guerra
Rompiendo las hostilidades en noviembre de 1739, el almirante Sir Edward Vernon atacó con 6 buques la plaza de Portobelo en el istmo de Panamá. La plaza estaba defendida por tan sólo 700 hombres, por lo que el éxito de Vernon fue absoluto (este suceso da nombre a la calle Portobello Road, en Londres). Mientras, las fuerzas del Comodoro Anson, con el navío Septentrión y dos buques menores acosaban las colonias del Pacífico Sur, como maniobra de distracción, pero sin producir daños apreciables. Como fin último Anson tenía la misión de apoyar desde la costa del Pacífico una futura operación militar en el istmo de Panamá que tendría como objetivo cortar las comunicaciones terrestres entre el Virreinato de Nueva Granada y el de Nueva España, para iniciarse acto seguido la conquista inglesa de Nueva Granada.
Tras ese triunfo inicial, Vernon, envuelto en un clima de euforia, y azuzado por la opinión pública inglesa y por las incendiarias proclamas del joven parlamentario William Pitt, decidió dar un golpe decisivo, para lo que reunió una formidable flota de 186 buques, con 27.600 hombres, armada con 2.000 cañones, que salió desde Port Royal (Jamaica) y fondeó a principios de marzo de 1741 junto a la costa de Cartagena de Indias, la ciudad más importante del Caribe, a la que llegaban todas las mercancías del comercio entre España y las Indias, incluyendo los tesoros extraídos de las minas peruanas. La flota era, probablemente, la más grande jamás reunida (superaba en más de 60 navíos a la Gran Armada de Felipe II).
La ciudad estaba gobernada por el Virrey Sebastián de Eslava y defendida militarmente por uno de los más geniales soldados que haya dado España, el almirante Blas de Lezo, marino con experiencia en batallar con los ingleses y los piratas africanos, que ya había demostrado sobradamente sus condiciones como estratega, pero que disponía solamente de unos 3.600 hombres y de una flota de seis buques: el Galicia, el San Carlos, el San Felipe, el África, el Dragón y el Conquistador.
En una carta fechada en Portobelo el 27 de noviembre de 1739, Vernon comenta a Lezo que ha dado un excelente trato a los prisioneros a pesar de que no lo merecían. Lezo le responde en carta fechada el 24 de diciembre del mismo año a bordo del Conquistador en un tono seco, arrogante y desafiante, y se despide de él no sin antes espetarle:
«Puedo asegurarle a Vuestra Excelencia, que si yo me hubiera hallado en Portobelo, se lo habría impedido, y si las cosas hubieran ido a mi satisfacción, habría ido también a buscarlo a cualquier otra parte, persuadiéndome de que el ánimo que faltó a los de Portobelo, me hubiera sobrado para contener su cobardía».
La batalla
La gran flota inglesa es avistada el 13 de marzo, lo que puso en vilo a la ciudad. Antes de disponerse a desembarcar, Vernon silencia las baterías de las fortalezas de Chamba, San Felipe y Santiago. Luego se dispuso a cañonear la fortaleza de San Luis de Bocachica día y noche durante dieciseis días. Bocachica estaba defendida por Des Naux con 500 hombres que, finalmente, tuvieron que replegarse ante la superioridad ofensiva. Tras esta fortaleza sólo quedaba la Fortaleza de Bocanegra como entrada a la bahía. En la primera se destruyeron cuatro barcos para impedir la navegación del estrecho canal y, en la segunda, dos barcos, en contra de la opinión de Blas de Lezo de que no serviría para mucho tras lo visto en Bocachica, para impedir igualmente el acceso a la bahía. El bloqueo del canal de la fortaleza de Bocanegra no sirvió para mucho, como había pensado el almirante de Lezo.
Tras esto, Vernon entró triunfante en la bahía y a su vez, todos los defensores españoles se atrincheraron en la fortaleza de San Felipe de Barajas tras haber abandonado la fortaleza de Bocanegra. Vernon, creyendo que la victoria era cuestión de tiempo, despachó un correo a Inglaterra dando la noticia de la victoria.
Seguidamente, ordenó un incesante cañoneo del castillo de San Felipe por mar y tierra para ablandar a las fuerzas guarnecidas en la fortaleza. En ella solo quedaban 600 hombres bajo el mando de Lezo y Des Naux. Vernon decide rodear la fortaleza y atacar por su retaguardia. Para ello se adentraron en la selva, lo que supuso una odisea para los ingleses que contrajeron la malaria y perdieron a cientos de sus hombres. Sin embargo, llegaron a las puertas de la fortaleza y Vernon ordenó atacar con infantería. La entrada a la fortaleza era una estrecha rampa que de Lezo rápidamente mandó taponar con trescientos hombres armados con tan solo armas blancas y lograron contener el ataque y causar 1500 bajas a los asaltantes.
La moral de los atacantes bajó considerablemente tras esto y por las epidemias que causaban continuas bajas. Vernon se puso muy nervioso en aquel momento ya que la resistencia a ultranza de los españoles superó con creces sus expectativas y ya había enviado la noticia de la victoria a Inglaterra. Vernon discutió acaloradamente con sus generales el plan a seguir. Finalmente decidieron construir escalas y sorprender a los defensores en la noche del 19 al 20 de abril.
Los asaltantes, al mando del general Woork, se organizaron en tres columnas de granaderos y varias compañías de casacas rojas. En vanguardia iban los esclavos jamaicanos armados con un simple machete. El avance era lento debido al gran peso de artillería que transportaban y al continuo fuego que salía de las trincheras y desde lo alto de la fortaleza, además de que estaban expuestos en una gran explanada. No obstante, logran alcanzar las murallas pero se dan cuenta de que las escalas no medían lo suficiente para salvar también el foso, quedando los atacantes desprotegidos y sin saber qué hacer. Los españoles continuaron con su nutrido fuego, lo que provocó una gran masacre en las filas invasoras.
A la mañana siguiente, pudieron verse innumerables cadáveres, heridos y mutilados en los alrededores de la fortaleza, poniéndose de manifiesto la gravísima derrota inglesa. Los españoles aprovecharon para cargar a bayoneta provocando la huida de los ingleses. Los españoles lograrían matar a cientos de ellos y hacerse con los pertrechos que abandonaron los sitiadores tras la huída.
Vernon no tuvo más remedio que retirarse a los barcos. Ordenó durante treinta días más un continuo cañoneo, ya que todavía no aceptaban la derrota. Sin embargo, las enfermedades y la escasez de provisiones empezaban a hacer mella en lo que quedaba de tropa. Finalmente, el Alto Mando inglés ordena la retirada, de forma lenta y sin cesar de cañonear. Las últimas naves partieron el 20 de mayo. Tuvieron que incendiar cinco de ellas por falta de tripulación.
Consecuencias
Consecuencias inmediatas
Los ingleses sufrieron 6.000 muertos y 7.500 heridos, muchos de los cuales murieron en el trayecto a Jamaica. En Cartagena había sucumbido la flor y nata de la oficialidad imperial británica. Entre los navíos perdidos destacan seis navíos de tres puentes, 13 de dos puentes y cuatro fragatas, más innumerables barcos de transporte. Además perdieron 1.500 cañones e innumerables morteros, tiendas y todo tipo de pertrechos. Esto suponía una grave pérdida para la flota de guerra británica, que quedó prácticamente desmantelada y tardó mucho en reponerse.
Mientras tanto, en Inglaterra se estuvo celebrando la "victoria" sin conocerse aún el desastroso final. Se acuñaron medallas y monedas conmemorativas mostrando a Lezo arrollidado ante Verno y entregándole su espada y con la inscripción «El orgullo español humillado por Vernon». Éstas llegaron a circular por España para la burla de los españoles. En 1742, Vernon, enterado de la muerte de Lezo, rondó de nuevo Cartagena, pero no se atrevió a atacar.
Los ingleses empezaron a preguntarse cuándo volverían los navíos y hombres que faltaban, y se descubrió la verdad, por lo que el rey Jorge II, avergonzado, prohibió a sus cronistas que hicieran mención alguna de tal suceso. Vernon murió en 1757.
En conjunto, la guerra reportó escasos éxitos y muchos problemas a Gran Bretaña, ya que al fracaso de Cartagena de Indias se sumaron varias derrotas cuando los ingleses trataron de tomar Florida. No obstante, el contraataque español en la batalla de Bloody Marsh, en Georgia, pudo ser repelido y por ello los combates finalizaron sin cambios fronterizos en América. Por tanto, España tampoco obtuvo beneficios importantes, salvo el de prolongar su supremacía militar en América durante algunas décadas más.
Consecuencias a largo plazo
La Royal Navy había sufrido la mayor derrota desde la Contraarmada y la más humillante derrota inglesa de toda la historia, que aún perdura en la actualidad.
Como resultado de esta batalla España fortaleció el control de su Imperio en América y quedó afirmado el dominio español sobre los mares durante 70 años más aproximadamente (hasta la batalla de Trafalgar) y con él la prolongación de la rivalidad marítima entre españoles, franceses y británicos hasta comienzos del siglo XIX. Para el Reino Unido, las consecuencias a medio plazo fueron mucho más graves. Gracias a esta victoria sobre los ingleses, España pudo mantener unos territorios y una red de instalaciones militares en el Caribe y el Golfo de México que serían magistralmente utilizados por el teniente coronel Bernardo de Gálvez para jugar un papel determinante en la independencia de las colonias inglesas de Norteamérica, durante la llamada Guerra de Independencia Estadounidense, en 1776. La Guerra de la oreja de Jenkins se fundiría más tarde en la Guerra de Sucesión Austríaca, por lo que Gran Bretaña y España no firmaron la paz hasta el Tratado de Aquisgrán, en 1748.
Referencias
Notas
- ↑ Lemaitre, Eduardo (1998). Breve Historia de Cartagena. Medellín: Editorial Colina.
Bibliografía
- SEGOVIA SALAS, Rodolfo (1998). «Cartagena de Indias: historiografía de sus fortificaciones». Índice general del Boletín Cultural y Bibliográfico del Banco de la República, Publicación de la Subgerencia Cultural, Colombia XXXIV (45).
- Una vívida descripción literaria de la batalla de Cartagena puede encontrarse en la obra del autor inglés Tobias Smollett, quien participó en la misma: Smollett, Tobias George (2007). «Las aventuras de Roderick Random». Ed. Montesinos.