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Diferencia entre revisiones de «Evangelio»

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Tradicionalmente se atribuye la autoría de los evangelios a Mateo, apóstol de Jesús, a Marcos discípulo de Pedro, a Lucas, médico de origen sirio discípulo de Pablo de Tarso y a Juan apóstol de Jesús. Sin embargo, hasta hoy no ha sido determinada aun la autoría real de cada evangelio.
Tradicionalmente se atribuye la autoría de los evangelios a Mateo, apóstol de Jesús, a Marcos discípulo de Pedro, a Lucas, médico de origen sirio discípulo de Pablo de Tarso y a Juan apóstol de Jesús. Sin embargo, hasta hoy no ha sido determinada aun la autoría real de cada evangelio.


En el seno de la Iglesia Católica, el Concilio Vaticano II en su Constitución Dei Verbum (n 18) enseñó que "la Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen origen apostólico.
En el seno de la Iglesia Católica, el Concilio Vaticano II en su Constitución Dei Verbum (n 18) enseñó que "la Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen origen apostólico. Pues lo que los Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos y los varones apostólicos nos lo transmitieron por escrito, fundamento de la fe, es decir, el Evangelio en cuatro redacciones, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan".


Sin embargo, no hay evidencia apuntando que los cuatro autores fueron de hecho testigos directos de los hechos que narran. La cuestión de pequeños detalles de narración que de ninguna manera serían incluidos sino por quien escribió recordando lo que vio y escuchó fuero claramente puestos o inventados para hacerlos parecer como verdaderos.
Además, hay fortísima evidencia interna apuntando inequívocamente que los cuatro autores fueron de hecho testigos directos de los hechos que narran. Analizando los textos se descubren – por ejemplo – pequeños detalles de narración que de ninguna manera serían incluidos sino por quien escribe recordando lo que vio y escuchó.


Y si bien los Evangelios no nos dicen expresamente quién fue cada autor. Los Evangelios incluyen palabras de Jesús anunciando que sus discípulos serían sus testigos: que darían testimonio de sus palabras y hechos (que es lo que los Evangelios son). Y además, se descubre que cada autor se ha incluido a sí mismo en su propio relato de forma anónima, pero también en una forma en que ninguno de los otros tres hace.
Y si bien los Evangelios no nos dicen expresamente quién fue cada autor, sí lo hacen claramente de forma implícita. Los Evangelios incluyen palabras de Jesús anunciando que sus discípulos serían sus testigos: que darían testimonio de sus palabras y hechos (que es lo que los Evangelios son). Y además, se descubre que cada autor se ha incluido a sí mismo en su propio relato de forma anónima, pero también en una forma en que ninguno de los otros tres hace.


Así, el autor del Evangelios según Juan es “el discípulo amado”. ¿Quién era este? Eso se hace evidente porque en todo ese Evangelio no se nombra al apóstol Juan, quien es en realidad mencionado (por sí mismo) con ese epíteto.
Así, el autor del Evangelios según Juan es “el discípulo amado”. ¿Quién era este? Eso se hace evidente porque en todo ese Evangelio no se nombra al apóstol Juan, quien es en realidad mencionado (por sí mismo) con ese epíteto.


El autor del Evangelio según Mateo, es el publicano sentado a la banca de los tributos. Él no se menciona a sí mismo, pero los otros Evangelios lo identifican como Leví o Mateo.
El autor del Evangelio según Mateo, es el publicano sentado a la banca de los tributos. Él no se menciona a sí mismo, pero los otros Evangelios lo identifican como Leví o Mateo. También sus propios discípulos incluirán de forma tardía el nombre de Mateo en el relato de ese Evangelio.


De forma similar Lucas es uno de los setenta y es uno de los dos que iban camino de Emaús. Y si bien él no se nombra, como no se nombra en el libro de Hechos de los Apóstoles - indiscutiblemente de la autoría del mismo autor a quien se le atribuye el relato de Lucas.
De forma similar Lucas es uno de los setenta y es uno de los dos que iban camino de Emaús. Y si bien él no se nombra, como no se nombra en el libro de Hechos de los Apóstoles - indiscutiblemente de su autoría queda claro que él es “el médico amado” de Macedonia.


También Marcos se mantiene anónimo en el Evangelio según Marcos, pero se incluye como el joven que llevaba el cántaro de agua, y como el joven que huyó desnudo. Este joven es claramente Juan Marcos, quien acompañara a Pablo y Bernabé en su primer viaje.
También Marcos se mantiene anónimo en el Evangelio según Marcos, pero se incluye como el joven que llevaba el cántaro de agua, y como el joven que huyó desnudo. Este joven es claramente Juan Marcos, quien acompañara a Pablo y Bernabé en su primer viaje.
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No hay acuerdo acerca de las fechas exactas en que fueron redactados. La mayoría de los expertos considera que los Evangelios canónicos fueron redactados en la segunda mitad del siglo I d. C., alrededor de medio siglo después de la desaparición de Jesús de Nazaret, aunque muchos expertos consideran que fueron redactados antes de la destrucción del Templo de Jerusalén (p.e. J.A.T. Robinson en su libro ''Redating the New Testament'', J. Carrón García y J.M. García Pérez en su obra ''¿Cuándo fueron escritos los evangelios?'', entre otros)
No hay acuerdo acerca de las fechas exactas en que fueron redactados. La mayoría de los expertos considera que los Evangelios canónicos fueron redactados en la segunda mitad del siglo I d. C., alrededor de medio siglo después de la desaparición de Jesús de Nazaret, aunque muchos expertos consideran que fueron redactados antes de la destrucción del Templo de Jerusalén (p.e. J.A.T. Robinson en su libro ''Redating the New Testament'', J. Carrón García y J.M. García Pérez en su obra ''¿Cuándo fueron escritos los evangelios?'', entre otros)


También existe una minoría que propone que los evangelios fueron redactados tras la destrucción definitiva de Jerusalén durante el reinado de Adriano, lo que es algo inaceptable en el medio académico.
También existe una minoría que propone que los evangelios fueron redactados tras la destrucción definitiva de Jerusalén durante el reinado de Adriano.


Raymond E. Brown, en su libro ''An Introduction to the New Testament'', considera que las fechas más aceptadas son:
Raymond E. Brown, en su libro ''An Introduction to the New Testament'', considera que las fechas más aceptadas son:
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* Juan: c. 90–110. (fecha propuesta por C.K.Barrett; Brown no ofrece una fecha consensuada para el Evangelio de Juan).
* Juan: c. 90–110. (fecha propuesta por C.K.Barrett; Brown no ofrece una fecha consensuada para el Evangelio de Juan).


Estas fechas están basadas en el análisis de los textos y su relación con otras fuentes. Pero muchos autores también proponen que estas fechas son muy posteriores del que afirmado arriba, siendo escritos del siglo II. Esto se parte de una tesis escéptica. Así, si un Evangelio incluye una profecía de Jesús sobre la destrucción del Templo; se supone a priori que Jesús no hizo esa predicción, sino que el autor conocía ese hecho (el Templo fue destruido en 70 AD) y que por tanto, fue escrito después de esa fecha.
Estas fechas están basadas en el análisis de los textos y su relación con otras fuentes. Esto induce a error ya que se parte de una tesis escéptica. Así, si un Evangelio incluye una profecía de Jesús sobre la destrucción del Templo; se supone a priori que Jesús no hizo esa predicción, sino que el autor conocía ese hecho (el Templo fue destruido en 70 AD) y que por tanto, fue escrito después de esa fecha.


En cuanto a la información que nos proporciona la arqueología, el manuscrito más antiguo de los evangelios es el llamado [[Papiro P52]], que contiene gran parte del Evangelio de Juan y, según los papirólogos, es de la primera mitad del siglo II, aunque no existe consenso acerca de la fecha exacta, habiendo quienes retrasan su datación al primer cuarto del siglo II y quienes consideran que es del segundo cuarto. De todos modos es extraordinario el brevísimo lapso que separa al manuscrito original de Juan con la copia sobreviviente más antigua. Y esto se constata – en menor proporción - en todos los Evangelios cuyas copias más antiguas guardan menos de un siglo con el original.
En cuanto a la información que nos proporciona la arqueología, el manuscrito más antiguo de los evangelios es el llamado [[Papiro P52]], que contiene gran parte del Evangelio de Juan y, según los papirólogos, es de la primera mitad del siglo II, aunque no existe consenso acerca de la fecha exacta, habiendo quienes retrasan su datación al primer cuarto del siglo II y quienes consideran que es del segundo cuarto. De todos modos es extraordinario el brevísimo lapso que separa al manuscrito original de Juan con la copia sobreviviente más antigua. Y esto se constata – en menor proporción - en todos los Evangelios cuyas copias más antiguas guardan menos de un siglo con el original.

Revisión del 15:05 28 dic 2009

Representación de los cuatro evangelistas con su correspondiente simbología:
Mateo (hombre-ángel),
Marcos (león alado),
Lucas (toro alado) y
Juan (águila).

Los evangelios (del griego εὐ que significa bien y αγγέλιον que significa mensaje: buena noticia) son los escritos que narran la historia de la vida, muerte, doctrina y milagros de Jesús de Nazaret. La proclamación del evangelio se conoce como evangelización.

Existen cuatro evangelios contenidos en la Biblia, llamados evangelios canónicos, reconocidos como oficiales por las diferentes confesiones cristianas. Son conocidos con el nombre de sus supuestos autores: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. La mayoría de los expertos considera que estos cuatro evangelios fueron escritos entre 65 y 100 DC, aunque otros expertos proponen fechas más tempranas.

Existen otros evangelios, conocidos como evangelios apócrifos, no reconocidos por las iglesias cristianas.

Origen del término

La palabra es empleada por primera vez en la literatura cristiana por Pablo de Tarso en la primera epístola a los corintios (1 Cor, 15:1), escrita probablemente en el año 57:

"Os recuerdo, hermanos, el evangelio que os anuncié, que recibisteis, y en el que habéis perseverado".

Dicho evangelio consiste, según Pablo, en "que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; que fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras; que se apareció a Pedro y luego a los doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los que la mayor parte viven todavía, si bien algunos han muerto. Luego se apareció a Santiago, y más tarde a todos los apóstoles. Y después de todos se me apareció a mí, como si de un hijo nacido a destiempo se tratase".

Con el mismo sentido aparece la palabra en Mateo (4,23; 9,35) y en Marcos (1,15). Es posible que sea la traducción al griego de una expresión aramea empleada en su predicación por Jesús de Nazaret, pero no existen datos concluyentes que permitan afirmar nada al respecto. En total, la expresión "evangelio" es usada en 76 ocasiones en el Nuevo Testamento. Es significativo que sesenta de ellas tengan lugar en las cartas de Pablo, y que no exista ninguna mención del término en los evangelios de Lucas y de Juan.

Se ha especulado sobre si las comunidades cristianas helenísticas adoptaron el término "evangelio" del culto al emperador. Existe en Priene una inscripción, fechada en el año 9 a. C., en que aparece esta palabra con un sentido muy similar al que después le darán los cristianos. En cualquier caso, la palabra había sido frecuentemente utilizada en la literatura anterior en lengua griega, incluyendo la primera traducción de la Biblia a este idioma, conocida como Biblia de los Setenta.

Evangelios canónicos

Del elevado número de evangelios escritos en la Antigüedad, sólo cuatro fueron aceptados por la Iglesia y considerados canónicos. Establecer como canónicos estos cuatro evangelios fue una preocupación central de Ireneo de Lyon, hacia el año 185. En su obra más importante, Adversus Haereses, Ireneo criticó con dureza tanto a las comunidades cristianas que hacían uso de un solo evangelio, el de Mateo, como a los que aceptaban varios de los que hoy son considerados como evangelios apócrifos, como la secta gnóstica de los valentinianos. Ireneo afirmó que los cuatro evangelios por él defendidos eran los cuatro pilares de la Iglesia. "No es posible que puedan ser ni más ni menos de cuatro", declaró, presentando como lógica la analogía con los cuatro puntos cardinales, o los cuatro vientos (1.11.18) Para ilustrar su punto de vista, utilizó una imagen, tomada de Ezequiel 1., del trono de Dios flanqueado por cuatro criaturas con rostros de diferentes animales (hombre, león, toro, águila), que están en el origen de los símbolos de los cuatro evangelistas en la iconografía cristiana.

Tres de los evangelios canónicos, Marcos, Mateo y Lucas, presentan entre sí importantes similitudes. Por la semejanza que guardan entre sí se denominan sinópticos desde que, en 1776, el estudioso J.J. Griesbach los publicó por primera vez en una tabla de tres columnas (synopsis), en las que podían abarcarse de una sola mirada, para mejor destacar sus coincidencias.

Origen de los evangelios canónicos

La historia del desarrollo de los evangelios es confusa, existiendo varias teorías acerca de su composición, como se expone a continuación. Los análisis de los estudiosos se han centrado en lo que se llama el problema sinóptico, es decir, las relaciones literarias existentes entre los tres evangelios sinópticos, Mateo, Lucas y Marcos.

La teoría que ha obtenido el mayor consenso es la "teoría de las dos fuentes".

Teoría de las dos fuentes

Las diferencias y semejanzas entre los evangelios sinópticos se han explicado de diferentes formas. Una de las teorías más extendidas es la llamada "teoría de las dos fuentes". Según esta teoría, Marcos es el evangelio más antiguo de los tres, y fue utilizado como fuente por Mateo y Lucas, lo que puede explicar la gran cantidad de material común a los tres sinópticos. Sin embargo, entre Lucas y Mateo se han observado coincidencias que no aparecen en Marcos; se han atribuido a una hipotética fuente Q (del alemán Quelle, fuente) o protoevangelio Q, que consistiría básicamente en una serie de logia ("dichos" o "enseñanzas" de Jesús), sin elementos narrativos. El descubrimiento en Nag Hammadi del Evangelio de Tomás, recopilación de dichos atribuidos a Jesús, contribuye a consolidar la hipótesis de la existencia de la fuente Q.

La existencia de Q fue defendida por los teólogos protestantes Weisse (Die evangelische Geschichte kritisch und philosopisch bearbeitet, 1838), y Holtzmann (Die Synoptischen Evangelien, 1863), y desarrollada posteriormente por Wernle (Die synoptische Frage, 1899), Streeter (The Four Gospels: A Study of Origins, treating of the manuscript tradition, sources, authorship, & dates, 1924), quien llegó a postular cuatro fuentes (Marcos, Q, y otras dos, que denominó M y L) y J. Schmid (Matthäus und Lukas, 1930). Aunque para Dibelius y Bornkann pudo tratarse de una tradición oral, lo más probable es que se tratase de una fuente escrita, dada la coincidencia a menudo literal entre los evangelios de Mateo y Lucas. También se ha considerado probable que el protoevangelio Q fuera redactado en arameo, y traducido posteriormente al griego.

Si bien la fuente Q es una hipótesis de los eruditos para intentar explicar el problema sinóptico; esta colección de dichos de Jesús – también conocido modernamente como Logia – era de lectura y estudio cotidiano en la iglesia primitiva y Lucas la menciona en Hechos de los Apóstoles como “Las Palabras del Señor”. De tal forma la hipótesis de Q y de Logia adquiere sustancia.

Otras teorías

Existen otras hipótesis que prescinden de la existencia de una fuente Q. De estas, algunas afirman la prioridad temporal de Mateo y otras consideran que Marcos fue el primer evangelio. Las más destacadas son las siguientes:

  • La hipótesis propuesta por Farrer postula que el evangelio de Marcos se escribió primero y fue utilizado como fuente por Mateo. Lucas, en una tercera etapa, habría utilizado ambos como fuentes.
  • La hipótesis de Griesbach da prioridad al evangelio de Mateo. Lucas lo habría utilizado como fuente, y, finalmente, Marcos habría hecho uso de los dos precedentes. Fue propuesta por Johann Jakob Griesbach en 1789.
  • La hipótesis agustiniana sostiene que Mateo fue el primer evangelio, seguido de Marcos y de Lucas, y que cada evangelista utilizó el precedente como fuente. Esta es la teoría más próxima a los planteamientos de los Padres de la Iglesia, y la más frecuente en la tradición católica.
  • La hipótesis de los esenios sostiene que fue este grupo quien escribió y recopiló la mayor parte de los escritos de la vida de Jesús y dio inicio al evangelio de Q.
  • La hipótesis de Goinheix dice que el primer Evangelio que circuló fue el de Mateo en lengua aramea. Siguiendo la narrativa de este, y ayudándose con el documento que llamamos Q o Logia, Marcos y luego Lucas escriben sus respectivos Evangelios. Luego, Mateo, conociendo ya estos dos Evangelios, traduce el suyo al griego y toma elementos de aquellos. Finalmente es Juan quien da a conocer el Evangelio que estuvo escribiendo por años en Jerusalén primero y en Éfeso finalmente.

Evangelio según san Juan

Juan es sin duda el último de los evangelios canónicos, de fecha bastante más tardía que los sinópticos. La hipótesis elaborada por Rudolf Bultmann (Das Evangelium des Johannes, 1941) postula que el autor de este evangelio tuvo a su disposición una fuente, oral o escrita, sobre los milagros de Cristo, independiente de los evangelios sinópticos, que ha sido denominada Evangelio de los Signos, cuya existencia es meramente hipotética. Mucho más natural es aceptar que ese Evangelio fue escrito por Juan y no otro, y que se basó en sus recuerdos. Y para sostener esto basta ver la evidencia interna la cual señala a un autor escribiendo en base a su memoria e impresiones personales.

Autoría de los evangelios canónicos

Tradicionalmente se atribuye la autoría de los evangelios a Mateo, apóstol de Jesús, a Marcos discípulo de Pedro, a Lucas, médico de origen sirio discípulo de Pablo de Tarso y a Juan apóstol de Jesús. Sin embargo, hasta hoy no ha sido determinada aun la autoría real de cada evangelio.

En el seno de la Iglesia Católica, el Concilio Vaticano II en su Constitución Dei Verbum (n 18) enseñó que "la Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro Evangelios tienen origen apostólico. Pues lo que los Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos y los varones apostólicos nos lo transmitieron por escrito, fundamento de la fe, es decir, el Evangelio en cuatro redacciones, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan".

Además, hay fortísima evidencia interna apuntando inequívocamente que los cuatro autores fueron de hecho testigos directos de los hechos que narran. Analizando los textos se descubren – por ejemplo – pequeños detalles de narración que de ninguna manera serían incluidos sino por quien escribe recordando lo que vio y escuchó.

Y si bien los Evangelios no nos dicen expresamente quién fue cada autor, sí lo hacen claramente de forma implícita. Los Evangelios incluyen palabras de Jesús anunciando que sus discípulos serían sus testigos: que darían testimonio de sus palabras y hechos (que es lo que los Evangelios son). Y además, se descubre que cada autor se ha incluido a sí mismo en su propio relato de forma anónima, pero también en una forma en que ninguno de los otros tres hace.

Así, el autor del Evangelios según Juan es “el discípulo amado”. ¿Quién era este? Eso se hace evidente porque en todo ese Evangelio no se nombra al apóstol Juan, quien es en realidad mencionado (por sí mismo) con ese epíteto.

El autor del Evangelio según Mateo, es el publicano sentado a la banca de los tributos. Él no se menciona a sí mismo, pero los otros Evangelios lo identifican como Leví o Mateo. También sus propios discípulos incluirán de forma tardía el nombre de Mateo en el relato de ese Evangelio.

De forma similar Lucas es uno de los setenta y es uno de los dos que iban camino de Emaús. Y si bien él no se nombra, como no se nombra en el libro de Hechos de los Apóstoles - indiscutiblemente de su autoría – queda claro que él es “el médico amado” de Macedonia.

También Marcos se mantiene anónimo en el Evangelio según Marcos, pero se incluye como el joven que llevaba el cántaro de agua, y como el joven que huyó desnudo. Este joven es claramente Juan Marcos, quien acompañara a Pablo y Bernabé en su primer viaje.

Fechas de los Evangelios canónicos

No hay acuerdo acerca de las fechas exactas en que fueron redactados. La mayoría de los expertos considera que los Evangelios canónicos fueron redactados en la segunda mitad del siglo I d. C., alrededor de medio siglo después de la desaparición de Jesús de Nazaret, aunque muchos expertos consideran que fueron redactados antes de la destrucción del Templo de Jerusalén (p.e. J.A.T. Robinson en su libro Redating the New Testament, J. Carrón García y J.M. García Pérez en su obra ¿Cuándo fueron escritos los evangelios?, entre otros)

También existe una minoría que propone que los evangelios fueron redactados tras la destrucción definitiva de Jerusalén durante el reinado de Adriano.

Raymond E. Brown, en su libro An Introduction to the New Testament, considera que las fechas más aceptadas son:

  • Marcos: c. 68–73.
  • Mateo: c. 70–100 (aunque algunos autores, que no aceptan la prioridad de Marcos, sitúan su redacción en una fecha anterior al año 70).
  • Lucas: c. 80–100 (una mayoría de estudiosos lo data en torno al años 85).
  • Juan: c. 90–110. (fecha propuesta por C.K.Barrett; Brown no ofrece una fecha consensuada para el Evangelio de Juan).

Estas fechas están basadas en el análisis de los textos y su relación con otras fuentes. Esto induce a error ya que se parte de una tesis escéptica. Así, si un Evangelio incluye una profecía de Jesús sobre la destrucción del Templo; se supone a priori que Jesús no hizo esa predicción, sino que el autor conocía ese hecho (el Templo fue destruido en 70 AD) y que por tanto, fue escrito después de esa fecha.

En cuanto a la información que nos proporciona la arqueología, el manuscrito más antiguo de los evangelios es el llamado Papiro P52, que contiene gran parte del Evangelio de Juan y, según los papirólogos, es de la primera mitad del siglo II, aunque no existe consenso acerca de la fecha exacta, habiendo quienes retrasan su datación al primer cuarto del siglo II y quienes consideran que es del segundo cuarto. De todos modos es extraordinario el brevísimo lapso que separa al manuscrito original de Juan con la copia sobreviviente más antigua. Y esto se constata – en menor proporción - en todos los Evangelios cuyas copias más antiguas guardan menos de un siglo con el original.

Problema Armónico

El Problema Armónico se refiere a la dificultad para reunir los cuatro relatos en uno solo. Ya que si todos ellos son testimonios de hechos verídicos y no ficticios, deberían poder reconstruirse los hechos combinando los cuatro Evangelios. Y una vez que se postulan ser Palabra de Dios, libre de errores humanos, no son admisibles contradicciones entre los testimonios; contradicciones sí esperadas en testigos humanos sujetos a error y sin el filtro divino del Espíritu Santo.

Como respuesta a estas dificultades que presentan supuestas contradicciones – inaceptables – se ha escrito abundantes [Armonías de los Evangelios].

Textos fragmentarios

Apócrifos de la Natividad

Apócrifos de la infancia

Apócrifos de la Pasión y Resurrección

Apócrifos gnósticos de Nag Hammadi

Véase también

Enlaces externos

Bibliografía

  • Cantera, F. & Iglesias, M. (1975). Sagrada Biblia. Versión crítica sobre textos hebreo, arameo y griego. 3ª edición 2000, 2ª impresión 2003. Madrid: B. A. C. ISBN 978-84-7914-490-6. 
  • Santos Otero, Aurelio de (2003/2009). Los evangelios apócrifos. 1ª edición, 12ª impresión. Edición bilingüe. También en colección BAC Selecciones 2009. Madrid: B. A. C. ISBN 978-84-7914-044-1 / ISBN 978-84-220-1409-6. 
  • Piñero, Antonio (2009). Todos los evangelios. Madrid: Editorial Edaf. ISBN 978-84-414-2116-5. 

Enlaces externos