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El sexo anal es una práctica sexual consistente en la introducción del pene o de un juguete sexual en el ano y el recto de la pareja.
Otros términos sinónimos son «sodomía», «coito anal», «pedicación» o «enculada». Se conoce la existencia de esta práctica entre primates y cánidos, además de los seres humanos.
Es posible también que una mujer penetre analmente a un hombre o a otra mujer por medio de una prótesis, que comúnmente va sujeta a su pubis por medio de un arnés. Esta variante del sexo anal recibe el nombre de pegging.
El sexo anal en la historia
El sexo anal reviste desde tiempo atrás en la historia el carácter de «vencer la última barrera».
Aunque en Roma no estaba permitido —ni por consiguiente bien visto— que un ciudadano romano mantuviera sexo anal (poedicare) con otro ciudadano romano, no había ningún impedimento si lo hacía con un esclavo o esclava. Horacio (65-8 a. C.), poeta lírico y maestro de la sátira, se hace eco de esta situación tan ubicua:
Cuando la entrepierna azuza y tienes a mano un esclavo y una esclava, ¿sobre quién saltas enseguida? ¿No preferirás que se te reviente, no? ―Por supuesto que no. Me gusta el sexo fácil y asequible.Sátiras 1.2.114-9
En la antigua Grecia, la superioridad masculina se trasladaba así mismo a la práctica sexual, tomando el hombre a la mujer por detrás, teniendo ésta que adoptar una posición sumisa. Su práctica era tan extendida que incluso ha llegado hasta nuestros días con el nombre de griego, haciendo referencia directa al sexo anal, aunque en el coito a tergo puede ser tanto anal como vaginal en el caso de las parejas heterosexuales.
El sexo anal ha sido considerado tabú en muchos países occidentales desde la Edad Media cuando se rumoreaba que miembros varones de movimientos heréticos lo practicaban entre ellos.
Durante la Edad Media, la mayoría de los clérigos cristianos no eran del todo célibes, pero las órdenes más elevadas de algunos credos heréticos sí, lo que generaba el rumor de su atracción hacia miembros de su mismo sexo.
Algunos retablos y drolleries medievales en madera retratan a personas realizando anilinguo con un demonio mitad cabra, mitad hombre.
Esta práctica ha sido condenada en los últimos dos mil años por la mayoría de las religiones: tanto por ser infértil (es una de las prácticas naturales más típicas para el control de la natalidad, en cuanto coito substitutivo del vaginal), como por conllevar serios riesgos higiénicos. Aún en 2007 la pedicación se considera delito en ciertos estados de Estados Unidos de América, incluso dentro de matrimonios legalmente constituidos.
La persistencia del tabú a lo largo de los siglos ha difundido la idea de que el coito anal sería «antinatural», frente al coito vaginal. Sin embargo, hay que considerar que en el proceso evolutivo la vagina es un conducto de muy reciente aparición, y que en la etapa en que se desarrollaron los reptiles el conducto receptor del semen fue la cloaca, por lo que ambas prácticas sexuales se dan en la naturaleza, y en realidad el sexo anal se viene dando desde muchos millones de años atrás. Hay que considerar también que la sexualidad humana tiene fines más amplios que el meramente reproductivo, y en este sentido, en tanto que esta práctica también puede considerarse un juego sexual, tiene también pleno sentido biológico.
Actualmente, el sexo anal está considerado una de las prácticas sexuales más extendidas en parejas homosexuales y también heterosexuales. Diversos estudios revelan que, hoy en día, mujeres y hombres confiesan disfrutar del sexo anal. Aproximadamente el 40 % de las parejas heterosexuales lo han intentado al menos una vez y, según atendamos a unos u otros estudios, entre el 10 y el 20 % de las parejas lo practican con regularidad.
Términos relacionados
El caracter tabú de esta práctica ha provocado que aparezcan palabras alternativas, con distintas utilidades, para identificar y, en su caso despreciar, su realización por parte de homosexuales. Tal es el caso de la palabra «sodomizar», usada para suavizar el significado griego o, por el contrario, para remarcar peyorativamente el hecho, al tratarse de una rotura de tabú del tipo "le rompió el culo".
El origen del término «sodomía» proveniene de Sodoma, ciudad de Canaán que —según el capítulo 19 del libro del Génesis, en la Biblia— el Dios Yahveh destruyó por medio de una lluvia de fuego para castigarla por el pecado (a pesar de que el vulgo cree que fue la práctica de la homosexualidad, misma que quisieron realizar a la fuerza con unos visitantes que fueron a avisar a Lot del inminente cataclismo (que resultaron ser ángeles enviados por Yahvé).
En la Italia de finales del Renacimiento, al pintor Giovanni Antonio Bazzi lo llamaban «Il Sodoma» («el sodomita» u homosexual).
El término bujarrón (utilizado sólo en España), «bufarrón» (empleado sólo en Uruguay) y el lunfardo bufa (usado en Argentina) se origina en la Europa medieval como un insulto utilizado para describir las supuestas prácticas homosexuales de los herejes de la secta neomaniquea de los bogomilos búlgaros.[cita requerida]
De su gentilicio surge la palabra ahora sinónima de homosexual, que adopta el rol de penetrador anal.
Sexo anal en la literatura
Además del Marqués de Sade, muchos autores como Bocaccio, Chaucer, Petronio o Rabelais han descrito este tipo de prácticas en sus obras. Entre los autores del siglo XX que han introducido escenas de sexo anal en sus escritos, se encuentran Guillaume Apollinaire y Pierre Louys.
Algunas citas extraídas de literatura acerca del sexo anal:
La postura más usada para la mujer, en este goce, es acostarse boca abajo, en el borde de la cama, con las nalgas bien separadas, la cabeza lo más bajo posible. El lascivo, tras haber disfrutado un instante con la perspectiva del bello culo que se le ofrece, tras haberlo palmoteado, palpado, a veces incluso latigado, pellizcado y mordido, humedece con su boca el lindo ojete que va a perforar, y prepara la introducción con la punta de su lengua; moja asimismo su aparato con saliva o con pomada y lo presenta suavemente al agujero que va a horadar; con una mano lo lleva, con la otra separa las nalgas de su goce; cuando siente su miembro penetrar, es preciso que empuje con ardor, teniendo mucho cuidado de no perder terreno; a veces la mujer sufre entonces, si es nueva y joven; pero sin miramiento alguno para con los dolores que pronto van a convertirse en placeres, el jodedor debe empujar con vivacidad su polla gradualmente, hasta que por fin haya alcanzado la meta, es decir, hasta que el pelo de su aparato frote exactamente los bordes del ano del objeto al que encula. Que prosiga entonces su camino con rapidez: todas la espinas están ya cogidas; sólo quedan las rosas. Para acabar de metamorfosear en placer los restos de dolor que su objeto aún experimenta, si es un joven muchacho que le coja la polla y se la menee; que acaricie el clítoris si es una muchacha; las titilaciones del placer que provoca cuando encoge prodigiosamente el ano de la paciente, redoblarán los placeres del agente que, colmado de gusto y de voluptuosidad, disparará pronto al fondo del culo de su goce un esperma tan abundante como espeso, que habrán provocado tan lúbricos detallesFilosofía del tocador, Marqués de Sade
Guillaume Apollinaire, en su obra Las once mil vergas:
Las manos de la chica no se quedaron inactivas: habían agarrado la verga del príncipe y lo habían dirigido por el estrecho sendero de Sodoma. Alexina se inclinaba de manera que su culo destacara mejor y facilitara la entrada del cipote de Mony.
Dicho lo cual, la llevó a uno de los dos lechos y le enseñó qué postura debía adoptar para aprisionar a aquel maldito diablo. La joven Alibech, que nunca había metido el diablo en el infierno, experimentó un gran dolor ante las acometidas de aquel, por lo cual dijo: “En verdad, muy malo y un tremendo enemigo de Dios debe de ser este diablo, pues hasta en el momento en que se le mete en el infierno causa mal.
Dulce chico, dame el culo.
¿Nunca te has acostado con un hombre?
Sexo anal en el cine
Se considera que el primer coito anal del cine convencional lo protagonizó Gunnel Lindblöm, quien enseñó que se podía tener coitos en otro lugar que no fuera la alcoba con la luz apagada y por otro lugar que no fuera la vagina. El coito anal filmado en la película El silencio (1963) de Ingmar Bergman se llevó a cabo en las butacas de un cine semivacío.
También se podría indicar Querelle, si bien ésta es una película en el límite de la pornografía.
Otros títulos en los que sucede sexo anal son los siguientes:
- El último tango en París (la famosa escena de la mantequilla entre Marlon Brando y Maria Schneider);
- El expreso de medianoche
- Instinto básico (o, según la traducción en otros países hispanohablantes, Bajos instintos) (con los personajes de Michael Douglas y Jeanne Tripplehorn);
- Isi/Disi. Amor a lo bestia
- La buena estrella;
- La casa de cristal
- Pulp Fiction, del director Quentin Tarantino, en la escena del policía y Marselus Wallace.
- Infidelidad, estelarizada por Richard Gere, Diane Lane y Olivier Martinez.
- Brokeback Mountain, dirigida por Ang Lee, presentándose el sexo anal tanto hombre-hombre como hombre-mujer.
En cuanto a la cinematografía pornográfica, las escenas que contienen sexo anal se han vuelto omnipresentes, al ser una práctica muy demandada. En dichas escenas es común que, en ocasiones, las nalgas y el ano de la persona penetrada estén afeitados o depilados, así como los testículos y el pubis de la persona que penetra, para una mejor visualización de la penetración.
El deseo de sexo anal y su estímulo
Con independencia de la llamada al deseo que puede originar el poder romper un tabú, existen razones antropológicas por las que la visión de un trasero provoca deseo sexual.
Ernst Gräfenberg, el investigador alemán que descubrió el punto G y le da nombre, creía que la postura ideal para estimular esa zona -y obtener la máxima excitación- era la penetración por detrás, como lo hacen todos los cuadrúpedos. Muchos estudiosos siguieron considerando que la postura cara a cara era exclusivamente humana y por lo tanto «antinatural», pero las últimas investigaciones con bonobos nos han revelado que ellos también practican la penetración cara a cara y que las hembras tienen asimismo el clítoris fuera de la vagina.
El comportamiento sexual de los bonobos, que practican besos con lengua, penetración por delante y por detrás, felaciones, cunnilingus, frotamientos, masturbación y tocamientos diversos (y todo esto indistintamente del sexo del otro bonobo, es decir, ya sea entre machos, entre hembras, a solas, acompañado/-a o en grupo) revelaría que la naturaleza de estas prácticas podría no estar ligada a la cultura, sino a la naturaleza de la especie.
Con independencia de que se produzca la penetración, la visión de un ano, su caricia y sobre todo el contacto del pene con uno puede provocar fácilmente la erección. Los glúteos humanos son de hecho proporcionalmente más grandes que los de otros primates. En parte por el bipedismo pero, según algunos estudiosos, también para fomentar la atracción sexual.
Puesto que el valor evolutivo del sexo es fundamentalmente reproductivo, eso explicaría el relativo mayor tamaño de las nalgas femeninas. La utilidad social del sexo —al igual que ocurre en los bonobos— explicaría el deseo de penetrar a individuos del mismo sexo.
Asimismo, los glúteos son muy sensibles y, si la experiencia de las caricias estimula el deseo sexual, en algunas posturas de práctica del coito lógicamente también se produce un contacto rítmico con los glúteos, lo que es un fuerte estímulo sexual para ambas partes.
En cuanto a cuál es la morfología de los glúteos que se considera más deseable, ésta ha variado con la cultura: en algunas épocas se preferían prominentes y en la actualidad se valora que sean visibles, pero a la vez firmes y armoniosos.
Sexo anal seguro e higiene
La mucosa rectal es frágil y sensible a las infecciones por virus y bacterias. La mucosa absorbe las sustancias depositadas en el recto, fenómeno aprovechado para la administración de medicamentos, como es el caso de los supositorios. Esta capacidad de absorción puede aumentarse involuntariamente mediante una penetración brutal, que puede provocar pequeñas microheridas y ocasionar hasta hemorragias. Por tanto, es un terreno propicio para la propagación de infecciones de transmisión sexual (ITS, antes llamadas "enfermedades de transmisión sexual" o ETS), ya sean virales como el VIH (virus de inmunodeficiencia humano), el papiloma humano (VPH), todos los tipos de hepatitis (a excepción de la hepatitis A) los herpes genitales y otras también famosas pero de causa bacteriana como la gonorrea, la sífilis y otras, incluso en el caso de que no haya eyaculación.
En consecuencia siempre se aconseja la práctica del sexo anal utilizando un condón (la pedicación sin condón es también muy arriesgada para el amante «activo»).
Es importante prestar cuidado al extraer el condón de su envoltorio, para no dañarlo con las uñas y evitar que se rompa. Si la práctica de la pedicación o sexo anal se efectúa sin condón, en todo caso es —aunque parezca obvio— imprescindible el máximo nivel de higiene del ano y del recto, así como del pene en el momento de la penetración.
Si la penetración anal se practica con o sin condón, de cualquier manera siempre se recomienda que no se practique felación ni penetración vaginal alguna después de la penetración anal, esto para evitar infecciones generalizadas a partir de los gérmenes que puedan encontrarse en el ano y en el recto. En todo caso, un coito vaginal practicado luego del sexo anal deberá incluir, necesariamente, el lavado del pene, con suficiente agua y jabón, por las mismas razones.
La higiene es importante para una buena salud del ano y para la práctica del sexo anal. El lavado con jabón neutro y agua mantendrán el ano limpio. El lavado debe hacerse con suavidad. También es importante que el papel usado diariamente no sea abrasivo. Se evitarán de esta manera posibles infecciones en los genitales femeninos por bacterias de la flora del recto.
El cuidado normal facilita que exista una hidratación natural que permite que la piel que le rodea esté suave y elástica.
Práctica
Preparación del ano para la penetración: lubricación, distensión e inicio de la penetración
Lubricación
Contrariamente a la vulva y la vagina, el ano y el recto no segregan lubricación natural que facilite la relación sexual. Tampoco estos músculos tienen una elasticidad que les permitan dilatarse naturalmente. Por ello, la penetración anal debe ser practicada con sumo cuidado, para evitar la propensión existente a los desgarros y fisuras anales.
Por este motivo, cuando se practica sexo anal, suele usarse algún lubricante para facilitar la penetración. En cuanto a los lubricantes naturales, son muy frecuentes el uso de la saliva o bien practicar la penetración anal después de la vaginal. Pero, como ambos líquidos se evaporan rápidamente, la penetración tendría que ser inmediata. Aun así, no suelen ofrecer gran garantía. Por ello, la mejor opción es recurrir a lubricantes artificiales. Es conveniente que el lubricante se aplique en el pene, en el ano y en cualquier objeto que se vaya a introducir en el mismo.
En caso de sexo anal con condón, se debe tener especial cuidado en emplear un lubricante que sea compatible con preservativo. El lubricante recomendado sería uno de base acuosa de buena calidad. Los de base oleica es mejor evitarlos porque pueden dañar el látex. Por motivos de higiene, siempre es recomendable el uso de condón, incluso en la penetración con objetos.
La aplicación del lubricante debe conllevar su morbo y su parte de excitación sensorial; en este sentido, puede ser conveniente —si no se siente reparo a ello— pasar la lengua por el ano de la otra persona, e introducirle los dedos impregnados con lubricante con suavidad, lo que ayudaría a dilatar y relajar el ano de la persona que va a ser penetrada, y reduciría significativamente la sensación de dolor inicial de la penetración.
Relajación del músculo del ano y dilatación del esfínter
Como normalmente el músculo del ano (esfínter anal) se encuentra cerrado, el sexo anal podría ser doloroso si previamente no se tiene la precaución de distender este músculo (una buena manera sería la realización de juegos sexuales). Se recomienda dilatar o «ablandar» el esfínter anal previamente con aceite emulsionado, otros geles especiales, cremas o saliva e introduciendo lentamente un dedo en el ano, moviéndolo suavemente para luego ir engrosando con otro y otro y llegar a producir una expansión progresiva del músculo.
Además puede resultar útil el empleo de un dilatador anal o consolador, generalmente de forma cónica, aunque puede haber otras variantes como bolitas unidas que cada vez tienen un tamaño más grande. El principio es el mismo: jugar con el ano para que éste se acostumbre a tener algo dentro y se relaje.
Inicio de la penetración
Para reducir las sensaciones de dolor es importante realizar la inserción del pene o del objeto de manera paulatina, lo que permitirá que se produzca una dilatación y adaptación gradual de los músculos. En ocasiones ayuda empujar ligeramente el objeto introducido como si se estuviera defecando para que la dilatación sea más rápida.
Placer en la fase de penetración
En el coito anal o pedicación la mujer obtiene en gran medida su placer al ser estimulado el útero, el cual frecuentemente es poco estimulado en el coito vaginal. El hombre lo obtiene a través de la estimulación de su próstata.
La penetración anal exige generalmente la elección de un ángulo apropiado, pues el ano es más apretado y menos flexible que la vagina. En la ilustración se observa que la cadera del hombre está relativamente más alta que la de la mujer.
Usualmente la persona penetrada complementa el coito anal con la masturbación, lo que contribuye a una multiplicación del placer y a relajarle la musculatura anal, con la consecuente facilitación y mejoramiento de la penetración anal. Por otra parte, las terminaciones nerviosas excitables en la zona ano-rectal son centenares de veces más numerosas que en la vagina (en el coito vaginal la condensación neural se restringe al clítoris y eventualmente al llamado «punto G»; así —si no existen fobias— la penetración anal puede llegar a ser más placentera para la mujer. En el momento en el que la pareja «pasiva» (la persona penetrada) logra el orgasmo, contrae fuertemente la musculatura anal, provocando una fuerte presión sobre el hombre, lo que le facilita a éste el orgasmo.
El placer procurado por el coito anal no sólo deriva de las sensaciones físicas, sino también de las subjetivas («romper un tabú», por ejemplo) y, según el psicoanálisis, también de una reminiscencia de la fase o estado anal.
Sin embargo, la mujer a menudo se encuentra desde la infancia condicionada para considerar como «negativo» el coito anal, de modo que un intento compulsivo de llevarle a un coito anal puede ser percibido por ella como una especie de violación. De esto se entiende que tanto el coito anal como cualquier tipo de relación sexual se llevará a cabo previo acuerdo con la pareja, con la mayor comunicación posible.
Masturbación anal
La masturbación anal es la autoestimulación enfocada en el área del ano. Los métodos más comunes para la masturbación anal incluyen la inserción de uno o más dedos, algún tipo de juguete sexual e incluso elementos no específicos. De todos ellos, el sistema más común suele ser el uso de los dedos. Es importante, para que no sienta dolor la persona penetrada y a fin de no dañar sus paredes rectales, que las uñas de la persona que introduce los dedos estén bien cortas.
La masturbación anal puede aplicarse en hombres y mujeres de cualquier orientación sexual, ya que el ano contiene numerosas terminaciones nerviosas que pueden ser estimuladas. En los hombres, la masturbación anal es especialmente placentera, ya que delante del recto se encuentra la próstata, que también contiene terminaciones nerviosas. Existen, además, en el mercado algunos juguetes sexuales cuyo objetivo es la estimulación de la próstata. En las mujeres, la inserción de un objeto en el ano puede estimular directamente la vagina. La estimulación anal puede, tanto en hombres como en mujeres, intensificar notoriamente el orgasmo.
El uso de enemas, por razones de higiene, suele ser el paso previo a la masturbación anal, pero también puede ser una forma de masturbación en sí misma: es lo que se conoce como clismafilia. Sin embargo, se debe tener en cuenta que el abuso de enemas puede llevar con frecuencia a una dependencia física para el correcto funcionamiento del intestino.
Técnicas para favorecer el orgasmo: masturbación, objetos y ayuda de una tercera persona
La estimulación simultánea del clítoris y de la vagina en la mujer puede favorecer el orgasmo, lo que se puede lograr combinando la penetración con la masturbación manual o con consoladores. Asimismo, este placer se puede obtener en sexo en grupo mediante la ayuda de una tercera persona, bien mediante sexo oral o incluso con la práctica de una doble penetración vagino-anal. Otra posible combinación en pareja es introducir un consolador en el ano y penetrar a la pareja vaginalmente o practicarle un cunnilingus simultáneamente.
El ano contiene gran cantidad de terminaciones nerviosas que al ser estimuladas ocasionan placer. Estas terminaciones nerviosas siguen en gran medida la misma vía anatómica que las del clítoris. En el hombre, además, la penetración anal puede estimular la próstata, obteniendo orgasmos más intensos. En el caso del orgasmo del hombre, puede generarse si, teniendo sexo en grupo, una de las personas le introduce el dedo en el ano durante el coito que le realiza a la otra persona.
Posturas más frecuentes para la práctica del sexo anal
Así como la lubricación y la relajación del esfínter son esenciales para iniciar un buen sexo anal, es conveniente elegir una postura apropiada. Es importante que la persona penetrada elija la postura que pueda facilitar una perforación más suave. Existen multitud de posturas. Señalamos a continuación algunas de las más frecuentes.
Back swinging
El back swinging (lit. «zarandeo de espalda«) o «sopla-nuca». El receptor/-a se encuentra tumbado boca abajo y la persona que penetra en la parte superior. La penetración es menos profunda, pero el ritmo lo controla la persona que penetra, lo que, unido a la fuerte presión que ejerce el ano sobre el glande, puede provocar un orgasmo intenso.
Postura del perrito o coito a tergo
Es una de las más conocidas. La persona que va a ser penetrada se apoya con sus rodillas y brazos en una posición alta (generalmente en una cama). Cuanto más agache su espalda, más deja al descubierto su ano. La persona que penetra puede estar situada también de rodillas en la cama, o bien de pie fuera de ella. En cualquiera de esos dos casos, es el "activo" quien lleva el control y el ritmo de la penetración, aunque el "pasivo" puede jugar con los testículos de su pareja. En esta postura, el ano de la persona penetrada tiende a estrecharse, por lo que la penetración puede llegar a ser dolorosa. A diferencia de la penetración vaginal, la denominada "postura del perrito" o doggy requiere generalmente que el pene esté en una posición más elevada. Si la persona que penetra está apoyada sobre sus rodillas, esto se puede conseguir poniéndose en cuclillas, lo cual es cansado pero favorece la penetración; o bien, dependiendo de la estatura de la persona penetrada, doblando ésta algo más las rodillas, de modo que el trasero quede algo más bajo. Si quien penetra lo hace de pie, el amante penetrado puede abrir sus piernas. En ese caso se logra una penetración más profunda, pero la postura es algo más complicada, teniendo en cuenta que hace falta algo más de apoyo para hacer la presión suficiente para penetrar. Es interesante que la cama sea firme o incluso que la persona penetrada tenga la posibilidad de agarrarse a algo, por ejemplo en el cabecero o el pie de la cama.
Coito anal con la persona penetrada sentada encima del pene de su pareja
Bien de cara a la pareja o bien de espaldas, en este segundo caso la estimulación visual proviene de observar el trasero penetrado mientras que la ventaja de hacerlo de cara es ver la expresión de la otra persona, poder besarla en los labios, mejillas, cuello, tocarle y olerle los cabellos y, en caso de ser mujer, cómo se ven y cómo se mueven sus senos; además, éstos rozan con el cuerpo del hombre. La penetración que permite es muy profunda y la ventaja que tiene es que la persona penetrada tiene control de los movimientos, con lo cual puede regular tanto el ritmo como la profundidad de la penetración. Suele ser una postura poco dolorosa, por lo que a veces puede resultar interesante comenzar por ella para adaptar los músculos del recto al tamaño del pene.
Con las dos personas tumbadas de costado
En este caso la profundidad de la penetración es mucho menor y existe el riesgo de que el pene del hombre que penetra se «escape» en varias ocasiones del recto de su pareja. En cambio, es una postura muy sensible y con mucho contacto físico entre los dos involucrados. Permite además a la persona que penetra jugar con los genitales de su compañero(a).
Otras prácticas relacionadas
- Fisting o Fist fucking: Consiste en la introducción de un puño, e incluso el brazo, dentro del ano y recto de la persona penetrada. Es una práctica muy propensa a los desgarros anales, fisuras y roturas de esfínter. Por ello, la fase de dilatación puede durar horas. Por otro lado, con esta práctica se incrementa significativamente el riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual, ya que el sangrado es frecuente.
- Clismafilia: Placer sexual obtenido al inyectar líquido en la cavidad anal; esta práctica incluye el uso de enemas.
- Andromimetofilia y ginemimetofilia: una mujer representa y se comporta sexualmente como hombre y el hombre adopta el rol de la mujer. En la penetración anal, el sujeto "pasivo" será el hombre y la "activa", la mujer.
- Doble penetración: La doble penetración es una práctica sexual que consiste en que dos personas penetran simultáneamente a una tercera; una de las personas penetrando el orificio vaginal y la otra penetrando el ano. La doble penetración también puede ser en un mismo orificio: el ano o la vagina.
Bibliografía
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- Hite, Shere The Hite Report on Male Sexuality
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- Morin, Jack Anal Pleasure & Health: A Guide for Men and Women, Down There Press, 1998. ISBN 978-0-940208-20-9
- Sanderson, Terry The Gay Man's Kama Sutra, Thomas Dunne Books, 2004.
- Strong, Bill with Lori E. Gammon Anal Sex for Couples: A Guaranteed Guide for Painless Pleasure Triad Press, Inc.; First edition, 2006. ISBN 978-0-9650716-2-8
- Taormino, Tristan. The Ultimate Guide to Anal Sex for Women, Cleis Press, 1997, 2006. ISBN 978-1-57344-028-8
- Underwood, Steven G. Gay Men and Anal Eroticism: Tops, Bottoms, and Versatiles, Harrington Park Press, 2003
- Webb, Charlotte Masterclass: Anal Sex, Erotic Print Society, 2007.
- Bill Brent, Tout savoir sur le plaisir anal (pour lui), Tabou, 2005.
Enlaces externos
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