Zona de protección: 2,65 ha. Zona de respeto: 24 ha.
Situados en la región de Tumanian, los monasterios de Haghpat y Sanahin fueron importantes centros de difusión cultural en el período de prosperidad de la dinastía Kiurikian (siglos X a XIII). Sanahin fue célebre por su escuela de caligrafía e iluminaciones. Los dos conjuntos monásticos son representativos del apogeo de la arquitectura religiosa armenia, en la que confluyen elementos inspirados en el arte arquitectónico bizantino y técnicas de construcción autóctonas de esta región del Cáucaso. (UNESCO/BPI)[3]
La catedral y las iglesias de Echmiadzin, así como los vestigios arqueológicos de Zvarnotz, ilustran de manera palpable la evolución y el florecimiento de las formas arquitectónicas de la característica iglesia-mercado armenia con cúpula central y planta cruciforme, elementos que ejercieron una profunda influencia en el desarrollo de la arquitectura y el arte de la región. (UNESCO/BPI)[4]
Zona de protección: 2,70 ha. Zona de respeto: 40 ha.
El Monasterio de Geghard alberga varias iglesias y tumbas representativas del apogeo de la arquitectura medieval armenia, que en su mayoría están excavadas en la roca. Ubicado en las escarpaduras de la entrada del Valle del Azat, el conjunto de edificaciones monásticas se adapta perfectamente a la gran belleza del paisaje natural de este sitio. (UNESCO/BPI)[5]
Localización del Patrimonio de la Humanidad en Armenia. *Monasterios de Haghpat y Sanahin **Catedral e iglesias de Ejmiatsin y conjunto arqueológico de Zvartnots
La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. Armenia, cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 25 de agosto de 1995,[6] ha presentado los siguientes sitios:
Bien inmaterial inscrito en 2008 (originalmente proclamado en 2005).[7]
El duduk, oboe armenio, es un instrumento de viento de doble lengüeta caracterizado por un timbre caluroso, suave y ligeramente nasal. Pertenece a la categoría de los aerófonos, que también incluye el balabán, que se toca en Azerbaiyán y en Irán, el duduki, común en Georgia, y el nay de Turquía. La madera tierna del albaricoquero es el material ideal para fabricar el cuerpo del instrumento. La lengüeta, llamada ghamish o yegheg, se hace con una planta local que crece a orillas del río Arax.
Las raíces de la música duduk se remontan a los tiempos del rey armenio Tigran el Grande (95-55 a. de C.). Esta música acompaña las canciones y los bailes tradicionales populares armenios de las diferentes regiones y se interpreta con motivo de acontecimientos tales como bodas y funerales. Aunque también existen famosos solistas duduk, como Gevorg Dabaghyan y Vache Sharafyan, el duduk suele ser interpretado por dos músicos. Uno crea el fondo musical con un bordón continuo gracias a una técnica de respiración circular, mientras que el otro desarrolla melodías e improvisaciones complejas.
Hay cuatro grandes tipos de duduk, con una longitud que varía entre los 24 y los 40 cm. Esta variedad permite crear distintas atmósferas, en función del contenido de la pieza y del ambiente en el que tocan los músicos. El duduk largo de 40 cm, por ejemplo, se considera el más apropiado para las canciones de amor, mientras que el más pequeño suele acompañar los bailes. Hoy día, los artesanos siguen creando y experimentando con diferentes formas de duduk. Muchos armenios consideran que el duduk es el instrumento más elocuente para expresar el calor, la alegría y la historia de su comunidad.
A lo largo de las últimas décadas, la música duduk armenia ha venido perdiendo popularidad, en particular en las zonas rurales, de donde procede. El duduk se toca cada vez menos en las festividades populares, pero más a menudo en representaciones públicas por profesionales, lo que puede representar una amenaza para la viabilidad y el carácter tradicional de esta música. (UNESCO/BPI)
Las khachkars son estelas esculpidas en piedra por artesanos de Armenia y comunidades de la diáspora de este país. Se erigen al aire libre y cumplen la función de lugares de culto, monumentos conmemorativos y reliquias, que son elementos de mediación entre lo secular y lo divino. Su altura alcanza 1,50 metros y en su mitad está esculpida artísticamente una cruz que descansa en un símbolo del sol o rueda de la eternidad, acompañada de motivos geométricos vegetales y de figuras esculpidas de santos y animales. Las khachkars se fabrican con piedra de canteras locales y se esculpen con buril, gubia, punzón fino y martillo. Después, los motivos esculpidos se pulen con arena fina. Las brechas y superficies rugosas se alisan con un revoque de arcilla o cal, antes de pintar toda la cruz. Una vez finalizadas, las khachkars se erigen en el transcurso de una breve ceremonia religiosa. Después de ser bendecidas y ungidas, se reputa que poseen poderes sagrados y pueden prestar ayuda, dispensar protección, asegurar una victoria, proporcionar una vida longeva, servir de monumentos conmemorativos y constituir elementos de mediación para la salvación del alma. La composición de cada una de las más de 50.000 khachkars erigidas en Armenia es única en su género y no hay dos iguales. La técnica del esculpido de las khachkars se transmite dentro de las familias o de maestros a aprendices, no sólo enseñando los métodos y motivos tradicionales, sino también fomentando los particularismos regionales y la creatividad individual. (UNESCO/BPI)
La epopeya armenia “Los temerarios de Sasún” narra la historia de un joven indómito y rebelde, David de Sasún, que con la ayuda de Dios defiende a su patria en un duelo desigual contra el mal. Esta epopeya se sitúa en la línea de las narraciones épicas tradicionales que relatan la historia de una nación y describen sus aspiraciones y sentimientos más profundos. Declamada con tono lírico y rítmico, la epopeya se acompaña con la interpretación por separado de cantos con rimas poéticas. La narración tiene lugar el primer sábado de octubre de cada año, proclamado Día de la Epopeya en algunos pueblos. También se narra con motivo de bodas, cumpleaños, bautismos y acontecimientos culturales de importancia nacional. Vestido con el traje nacional armenio, el narrador recita sentado con el acompañamiento de un duduk, instrumento de viento fabricado con madera. Todo hombre o mujer de cualquier edad o profesión puede practicar el arte de narrar la epopeya. La transmisión de ésta en el seno de las familias constituye una verdadera vocación, especialmente en las comunidades rurales donde la cultura popular está fuertemente arraigada. Hay 160 variantes de la epopeya y su narración por episodios puede durar hasta dos horas. Se considera que “Los Temerarios de Sasún” es una de las obras más importantes del folklore de Armenia y una verdadera enciclopedia del conjunto de conocimientos sobre el patrimonio cultural, la religión, la mitología, la filosofía, la cosmología, las costumbres y la ética del pueblo armenio. (UNESCO/BPI)
El “lavash” es un pan tradicional delgado que forma parte de la tradición culinaria armenia. Realizada por un grupo reducido de mujeres su preparación exige un trabajo considerable, así como una capacidad de coordinación, experiencia y técnicas especiales. Después de trabajar la masa, compuesta de harina de trigo y agua solamente, se divide en bolas que se aplastan y estiran en láminas finas para luego estirarlas sobre un molde parecido a una almohadilla ovalada y ponerlas en las paredes de un horno tradicional de barro de forma cónica. El “lavash” se suele servir como envoltura de quesos caseros, hortalizas o carne, y se puede conservar durante seis meses. Este pan desempeña también un papel ritual en las bodas: se pone encima de los hombros de los recién casados para que les aporte fecundidad y prosperidad. El trabajo colectivo de panificación refuerza los vínculos en el seno de las familias, las comunidades y la sociedad en general. Las jóvenes suelen ayudar a preparar el “lavash” y, a medida que van adquiriendo experiencia, participan cada vez más a fondo en esta tarea. Los hombres intervienen también en la producción del “lavash” fabricando los moldes en forma de almohadilla y los hornos. Además, transmiten a escolares y aprendices sus conocimientos y técnicas en la materia, tarea ésta que resulta imprescindible para preservar la vitalidad y viabilidad de este método tradicional de panificación.. (UNESCO/BPI)