Habitado desde el Neolítico, el sitio de Pafos fue un lugar de culto a las deidades de la fertilidad en la época prehelénica. Luego, este culto sería reemplazado por el de Afrodita, nacida aquí según la mitología griega. El templo de esta diosa es una construcción micénica que data del siglo XII a.C. Los vestigios de villas, palacios, teatros, fortalezas y tumbas confieren a este sitio un excepcional valor arquitectónico e histórico. Los mosaicos de Nea Paphos figuran entre los más bellos del mundo. (UNESCO/BPI)[3]
En esta región se encuentra una de las mayores concentraciones de iglesias y monasterios construidos en tiempos del Imperio Bizantino. Los diez monumentos inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial comprenden desde pequeñas iglesias rurales, cuyo estilo arquitectónico rural contrasta con el refinamiento de su decoración, hasta monasterios importantes como el de San Juan Lampadistis. Todas las iglesias están ricamente ornamentadas con murales que ofrecen una perspectiva excepcional de la pintura bizantina y posbizantina en Chipre. (UNESCO/BPI)[4]
Zona de protección: 6,20 ha. Zona de respeto: 68 ha.
El asentamiento neolítico de Choirokoitia, ocupado desde el séptimo hasta el cuarto milenio antes de nuestra era, es uno de los sitios prehistóricos más importantes del Mediterráneo Oriental. Los vestigios encontrados en las excavaciones han permitido conocer mejor la evolución de la sociedad humana en esta región clave. El sitio, que sólo ha sido excavado en parte, constituye una reserva arqueológica excepcional para futuras investigaciones. (UNESCO/BPI)[5]
La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. Chipre, cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 8 de febrero de 2016,[6] ha presentado los siguientes sitios:
La fabricación de encajes en Lefkara, una aldea del sudoeste de Chipre, es una actividad tradicional que data del siglo XIV como mínimo. Inspirados en la artesanía local, así como en bordados de los cortesanos de Venecia –que asentó su poder en Chipre desde 1489– y en motivos geométricos de la antigua Grecia y Bizancio, los encajes de Lefkara se confeccionan a mano y combinan cuatro técnicas principales: el dobladillo, el cortado, el relleno con punto de raso y el ribeteado con punto de aguja. Arte y factor de convivencia social a un tiempo, la fabricación de encajes sigue siendo la actividad primordial de las mujeres de Lefkara. Sentadas en grupo en las callejuelas y patios cubiertos de esta aldea, charlan mientras confeccionan manteles, servilletas y primorosas piezas de encaje de estilo inconfundible. La técnica de este arte, única en su género, se transmite a las muchachas. Estas observan primero de modo informal el trabajo de sus madres y abuelas durante años, y luego reciben lecciones de éstas para aprender a aplicar el hilo de algodón sobre tela de lino. Una vez que llega a dominar completamente su arte, la encajera recurre a su imaginación para ejecutar motivos propios que encarnan a un tiempo la tradición y su creatividad personal. Muestra patente de la capacidad para apreciar otras influencias culturales e integrarlas en la cultura propia, la fabricación de encajes no sólo es un elemento esencial de la vida diaria de las mujeres de Lefkara, sino que también constituye para ellas un símbolo de identidad que las enorgullece. (UNESCO/BPI)
La improvisación poética oral denominada Tsiattista es una tradición viva que se suele practicar, con acompañamiento de violín o laúd, en justas en las que un poeta-cantante trata de superar a otro con versos ingeniosos compuestos por dísticos rimados. Desde mucho tiempo atrás, este género poético es un componente popular de las fiestas de boda, las ferias y otros regocijos públicos en los que la muchedumbre entusiasta anima a los poetas a recitar. La forma métrica más corriente es el verso de quince sílabas en un dístico rimado, pero algunos poetas utilizan versos de seis, ocho o incluso nueve sílabas. Los “tsiattistaes” (poetas-cantores) más populares son personas de gran ingenio, están muy familiarizados con las tradiciones poéticas y musicales, y poseen un rico vocabulario y una fértil imaginación. Suelen ser hombres de condición modesta y educación limitada que transmiten sus obras oralmente. Hoy en día, los “tsiattistaes” son principalmente hombres de una cierta edad, pero algunas mujeres de talento han empezado recientemente a dar representaciones. Los poetas tienen que dominar el dialecto chipriota, poseer un buen conocimiento de la poesía popular de Chipre y recurrir al repertorio de la Tiattista ya existente y popularizada, pero ante todo han de ser capaces de improvisar nuevos dísticos sobre un tema específico en un tiempo estrictamente limitado y tienen que saber dar la réplica a sus adversarios. (UNESCO/BPI)
La dieta mediterránea comprende un conjunto de conocimientos, competencias prácticas, rituales, tradiciones y símbolos relacionados con los cultivos y cosechas agrícolas, la pesca y la cría de animales, y también con la forma de conservar, transformar, cocinar, compartir y consumir los alimentos. El acto de comer juntos es uno de los fundamentos de la identidad y continuidad culturales de las comunidades de la cuenca del Mediterráneo. Es un momento de intercambio social y comunicación, y también de afirmación y renovación de los lazos que configuran la identidad de la familia, el grupo o la comunidad. Este elemento del patrimonio cultural inmaterial pone de relieve los valores de hospitalidad, buena vecindad, diálogo intercultural y creatividad, así como un modo de vida que se guía por el respeto de la diversidad. Además, desempeña un papel esencial de factor de cohesión social en los espacios culturales, festejos y celebraciones, al agrupar a gentes de todas las edades, condiciones y clases sociales. También abarca ámbitos como la artesanía y la fabricación de recipientes para el transporte, conservación y consumo de alimentos, como platos de cerámica y vasos. Las mujeres desempeñan un papel fundamental en la transmisión de las competencias y conocimientos relacionados con la dieta mediterránea, salvaguardando las técnicas culinarias, respetando los ritmos estacionales, observando las fiestas del calendario y transmitiendo los valores de este elemento del patrimonio cultural a las nuevas generaciones. Por su parte, los mercados locales de alimentos también desempeñan un papel fundamental como espacios culturales y lugares de transmisión de la dieta mediterránea en los que la práctica cotidiana de intercambios fomenta la concordia y el respeto mutuo. (UNESCO/BPI)