Este sitio domina el valle del río Fergana y forma el telón de fondo de la ciudad de Osh, en la encrucijada de importantes rutas de la seda del Asia Central. Durante más quince siglos, la montaña Sulamain-Too fue un verdadero faro los viajeros y un lugar sagrado y venerado como tal. Sus cinco picos y laderas albergan santuarios antiguos y cuevas con petroglifos, así como dos mezquitas del siglo XVI en gran parte reconstruidas. En el sitio se han localizado hasta la fecha 101 lugares con petroglifos que representan seres humanos, animales y formas geométricas. También cuenta con numerosos lugares de culto, en diecisiete de los cuales se siguen practicando todavía ceremonias rituales. Dispersos en torno a los picos de la montaña, están unidos entre sí por una red de senderos y, según las creencias, acudir a ellos puede propiciar la cura de la esterilidad, las migrañas y los dolores de espalda, o un aumento de la longevidad. En la veneración por esta montaña se mezclan las creencias religiosas preislámicas e islámicas. Este sitio se ha inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial por ser el ejemplo más cabal de montaña sagrada de todo el Asia Central y un testimonio de la tradición plurimilenaria del culto rendido a las montañas. (UNESCO/BPI)[1]
Este bien es compartido con ChinaChina y KazajistánKazajistán
Este sitio abarca un tramo de 5.000 kilómetros de la gran red viaria de las Rutas de la Seda que va desde Chang’an/Luoyang, capital principal de China durante el reinado de las dinastías Han y Tang, hasta la región de Zhetysu, situada en el Asia Central. La ruta de Tian-shan, que se configuró entre los siglos II a.C. y I d.C., se utilizó hasta el siglo XVI y sirvió para establecer un nexo entre numerosas civilizaciones y propiciar intercambios de prácticas comerciales, creencias religiosas, conocimientos científicos, innovaciones técnicas, usos culturales y expresiones artísticas. Los 33 componentes del sitio comprenden ciudades capitales, complejos palatinos de varios imperios y kanatos, asentamientos mercantiles, templos troglodíticos budistas, antiguos senderos, casas de postas, pasos entre montañas, torres de almenaras, tramos de la Gran Muralla, fortificaciones, tumbas y edificios religiosos. (UNESCO/BPI)[2]
Este sitio transnacional de Asia Central se encuentra en la cadena montañosa de Tien-Shan, una de las siete mayores del mundo. Los diferentes elementos de su sistema montañoso tienen altitudes que varían entre 700 y 4.503 metros. Se trata de un sitio con gran diversidad de paisajes que albergan una biodiversidad excepcionalmente rica. La región de Tien-Shan occidental es importante en el plano mundial como centro de origen de varias especies de árboles frutales cultivados así como por su gran diversidad de tipos de bosque y por sus asociaciones únicas de plantas.Este sitio transnacional de Asia Central se encuentra en la cadena montañosa de Tien-Shan, una de las siete mayores del mundo. Los diferentes elementos de su sistema montañoso tienen altitudes que varían entre 700 y 4.503 metros. Se trata de un sitio con gran diversidad de paisajes que albergan una biodiversidad excepcionalmente rica. La región de Tien-Shan occidental es importante en el plano mundial como centro de origen de varias especies de árboles frutales cultivados así como por su gran diversidad de tipos de bosque y por sus asociaciones únicas de plantas. (UNESCO/BPI)[3]
Múltiples ubicaciones: Reserva de la Biosfera de Sary-Chelek y Reservas Naturales Estatales de Besh-Aral y Padysha-Ata.
Localización del Patrimonio de la Humanidad en Kirguistán *Ruta de la Seda: Sitio compartido con China y Kazajistán **Sitio compartido con Kazajistán y Uzbekistán
La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. Kirguistán, cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 19 de febrero de 2010,[4] ha presentado los siguientes sitios:
Los sitios que siguen estuvieron anteriormente en la lista Indicativa, pero fueron retirados o rechazados por la UNESCO. Los sitios que aún se incluyen en otras entradas en la lista Indicativa o que fueron aceptados y son parte de sitios del Patrimonio Mundial no se incluyen aquí.[5]
Bien inmaterial inscrito en 2008 (originalmente proclamado en 2003).
La forma predominante de expresión cultural de los nómadas kirguises es la narración de epopeyas. El arte de los akyn, narradores kirguises de relatos épicos, combina el canto, el arte dramático, la improvisación y la composición musical. Estas representaciones tienen lugar con motivo de fiestas religiosas o privadas, en ceremonias que se celebran en ciertas temporadas o en las fiestas nacionales. Las epopeyas han sobrevivido a lo largo de los siglos gracias a la transmisión oral.
El carácter excepcional de los relatos épicos kirguises radica en sus intrigas dramáticas y en su fundamento filosófico. Además, son una verdadera enciclopedia oral de los valores sociales, de los conocimientos culturales y de la historia del pueblo kirguís. El relato épico más famoso es la trilogía de Manas, que data de unos mil años y que es digna de mención no sólo por su extensión (16 veces más larga que la Iliada y la Odisea de Homero), sino también por la riqueza de su contenido. Esta epopeya, mezcla de hechos históricos y de leyendas, inmortaliza los acontecimientos que marcaron la historia del país desde el siglo IX. También se han preservado otras cuarenta aventuras, más cortas. A la diferencia de la epopeya de Manas, en la que el relato ocupa el lugar principal, esas obras suelen interpretarse con un acompañamiento de komuz, el laúd kirguís de tres cuerdas. Cada epopeya posee su propio tema distintivo, su melodía y su estilo. Antaño, los akyn eran personajes muy respetados, que iban de región en región y participaban a menudo en certámenes de narración. Se apreciaba en ellos su talento narrativo, sus gestos expresivos, entonaciones e imitaciones de gran viveza, acordes con el contenido emocional de las epopeyas.
En los años 1920, se transcribió la primera parte de la trilogía Manas a partir de la interpretación oral del gran cantante épico Sagynbay. Las epopeyas siguen siendo un componente esencial de la identidad kirguís, además de una fuente de inspiración para escritores, poetas y compositores contemporáneos. Las interpretaciones tradicionales están asociadas, aún hoy, a espacios culturales sagrados. Aunque el número de akyn está disminuyendo, los maestros continúan formando a los jóvenes. Para ello, el gobierno kirguís ha lanzado iniciativas de revitalización. (UNESCO/BPI)
La festividad del Año Nuevo suele ser una efeméride en la que las personas expresan sus deseos de prosperidad y renuevo de sus vidas. En numerosas regiones de Afganistán, Azerbaiyán, India, Irán, Iraq, Kazajstán, Kirguistán, Pakistán, Tayikistán, Turkmenistán, Turquía y Uzbekistán, este acontecimiento se celebra el 21 de marzo y recibe las denominaciones Nauryz, Navruz, Nawruz, Nevruz, Novruz, Nowruz o Nuruz, que tienen la misma significación de “día nuevo” en las distintas lenguas de esos países. Durante unas dos semanas tienen lugar diversas celebraciones de ritos, ceremonias y eventos culturales. Una importante costumbre tradicional característica de este periodo es la de reunirse para comer con la familia y allegados en torno a una mesa ornada con objetos que simbolizan la pureza, la luminosidad, la vida y la prosperidad. Los participantes en las celebraciones se engalanan con prendas de vestir nuevas y visitan a sus vecinos y parientes, especialmente a los más ancianos. También se hacen regalos –sobre todo a los niños– que suelen consistir en objetos fabricados por artesanos. En esta festividad del Año Nuevo se representan espectáculos callejeros de música y danza, se celebran ritos del agua y el fuego en público, se organizan competiciones de deportes tradicionales y se fabrican diversos objetos artesanales. Todas estas costumbres tradicionales, que las generaciones de más edad transmiten a las más jóvenes mediante la observación y la participación en ellas, contribuyen a fomentan la diversidad cultural y la tolerancia, así como a fortalecer el sentimiento de solidaridad y las relaciones pacíficas en las comunidades. (UNESCO/BPI)[6]
Ala-kiyiz y Shyrdak: arte tradicional kirguís de fabricación de alfombras de fieltro
La confección tradicional de alfombras de fieltro es una de las artes ancestrales más importantes del pueblo kirguís y forma parte de su patrimonio cultural. Los kirguises fabrican tradicionalmente dos clases de alfombras de fieltro: ala-kiyiz y shyrdak. Los conocimientos, técnicas, variedades, significados de las ornamentaciones y rituales relacionados con esta actividad artesanal confieren a los kirguises un sentimiento de identidad y continuidad. La fabricación de las alfombras de fieltro kirguises está indisolublemente unida a la vida diaria de los nómadas, que las utilizan para protegerse contra el frío y ornamentar sus hogares. La creación de alfombras de fieltro es una tarea que exige una sólida unidad de la comunidad y que fomenta la transmisión de los conocimientos tradicionales. Por regla general, son las mujeres de más edad de las zonas rurales montañosas las que transmiten las técnicas de fabricación a las muchachas jóvenes de sus familias. Sin embargo, hoy en día este arte tradicional corre el peligro de desaparecer. En efecto, el número de personas que lo practica está disminuyendo y la mayoría de ellas tienen más de 40 años de edad. Esta situación se está agravando debido a la falta de medidas de salvaguardia gubernamentales, el desinterés de las generaciones más jóvenes, el predominio de las alfombras sintéticas baratas en el mercado y la baja calidad y escasez de las materias primas necesarias. El resultado de todo ello es que las alfombras ala-kiyiz han desaparecido casi por completo de los hogares kirguises, mientras que las alfombras shyrdak corren un serio peligro de desaparición. (UNESCO/BPI)
La trilogía épica de Manas, Semetey y Seytek, que relata cómo se unificaron tribus dispersas para formar una sola nación, es una expresión de la memoria histórica del pueblo kirguís y ha sobrevivido gracias a una comunidad de narradores compuesta por hombres y mujeres de todas edades. Los narradores abrazan su misión de difusores de la epopeya después de haber tenido un sueño profético, que se interpreta como un signo enviado por los héroes de los relatos. Durante las representaciones entran prácticamente en éxtasis y recurren a diversas formas especiales de recitación, ritmo, tonalidad y mímicas para recrear la atmósfera histórica de la epopeya. La narración de la trilogía puede durar hasta trece horas sin interrupción. Las representaciones tienen lugar con motivo de diversos acontecimientos públicos, que van desde los festejos aldeanos hasta la celebración de las fiestas nacionales. Los narradores de la epopeya aportan además un apoyo moral y espiritual a las comunidades locales y las personas no sólo en el transcurso de eventos sociales, sino también en casos de conflictos o desastres. Estiman que la trilogía es un patrimonio cultural del que se consideran personalmente responsables. La epopeya no sólo contribuye a que los jóvenes conozcan la historia y cultura de su pueblo, amen la naturaleza y sean proclives al entendimiento con los pueblos del mundo entero, sino que además les confiere un sentimiento de identidad. En su calidad de componente de la enseñanza formal, la trilogía épica fomenta la tolerancia y el multiculturalismo. Su transmisión se efectúa mediante la enseñanza no formal impartida oralmente por maestros narradores a aprendices. (UNESCO/BPI)
Este elemento es compartido con KazajistánKazajistán.
La yurta es un hábitat nómada utilizado por los pueblos kazajo y kirguís. Consta de un armazón de madera circular recubierto de fieltro y amarrado con cuerdas, que se puede montar y desmontar fácilmente. Los depositarios de los conocimientos y técnicas de fabricación de las yurtas son artesanos (hombres y mujeres) que confeccionan sus armazones y realizan la decoración interior. Las yurtas se fabrican con materias primas naturales y renovables. Con la ayuda de aprendices, los hombres fabrican manualmente los armazones de madera, así como diferentes accesorios para la yurta con esta misma materia, o con cuero, hueso y metal. Por su parte, las mujeres se encargan de ornamentar el revestimiento exterior y el interior de la yurta con motivos tradicionales zoomorfos, vegetales o geométricos. En general, trabajan en grupos comunitarios bajo la supervisión de artesanas experimentadas, utilizando técnicas artesanales para la confección de tejidos, hilados, trenzados, fieltros, bordados, labores de aguja, etc. Al necesitar la intervención de toda la comunidad de artesanos, la fabricación de las yurtas fomenta el desarrollo de valores humanos comunes, la cooperación constructiva y la imaginación creativa. Los conocimientos y técnicas artesanales se transmiten tradicionalmente de maestros a aprendices, o en el seno de las familias. Todas las festividades, ceremonias, nacimientos, bodas y rituales funerarios se celebran en la yurta. Por eso, este hábitat nómada tradicional sigue siendo para los pueblos kazajo y kirguís un símbolo fundamental de la familia y la hospitalidad tradicional. (UNESCO/BPI)
Este elemento es compartido con KazajistánKazajistán.
El aitys es un certamen de improvisación de poemas orales, recitados o cantados al son de instrumentos de música tradicionales como el dombra kazajo o el komuz kirguís. Dos intérpretes, llamados akyns, compiten entre sí improvisando poemas ingeniosos sobre temas de actualidad en los que se suceden réplicas humorísticas y reflexiones filosóficas. Durante el certamen, ambos intérpretes se sientan uno frente a otro e improvisan su diálogo sobre temas propuestos por los espectadores. Se proclama vencedor al akyn que demuestre poseer más virtuosismo musical, sentido del ritmo, originalidad, capacidad de inventiva, sabiduría e ingenio. Suele ocurrir a menudo que las expresiones más elocuentes e ingeniosas de este tipo de certámenes acaben convirtiéndose en dichos y refranes populares. El aitys se practica en muy diversas ocasiones, desde festejos locales hasta acontecimientos nacionales, y los akyns suelen aprovecharlas para suscitar cuestiones sociales de importancia. En el pasado, los participantes en estos concursos eran solamente hombres, pero actualmente intervienen muchas intérpretes femeninas que recurren a este arte tradicional para expresar los puntos de vista y aspiraciones de las mujeres. Hoy en día, el aitys no sólo es una expresión cultural muy popular en las sociedades multiétnicas de Kazajstán y Kirguistán, sino que además es un componente primordial de la identidad de las comunidades de depositarios de este arte tradicional. Los intérpretes más veteranos transmiten sus conocimientos y prácticas a las generaciones más jóvenes. (UNESCO/BPI)
En numerosas comunidades de Azerbaiyán, Irán, Kazajstán, Kirguistán y Turquía, la extendida costumbre tradicional de fabricar y compartir un pan plano cumple funciones sociales que han permitido que su práctica perdure entre muchas poblaciones. En el seno de las familias son tres personas por lo menos las que suelen participar en la fabricación de ese pan denominado lavash, katyrma, jupka o yufka, según los países. Cada una ellas desempeña una función distinta en la preparación y cocción del alimento. En las zonas rurales es el vecindario el que lo fabrica y comparte en común. Este tipo de pan también se prepara y hornea en las panaderías tradicionales. Cocido en hornos de barro o piedra hundidos en el suelo (tandyrs o tanūrs), en placas metálicas (sājs) o en calderos (kazans), el pan plano se comparte en las comidas diarias y con motivo de celebraciones de nacimientos, bodas, festividades, funerales u oficios religiosos. En Azerbaiyán e Irán se coloca en los hombros de las desposadas o se desmigaja encima de sus cabezas para impetrar la prosperidad de los recién casados, mientras que en Turquía se ofrece a los vecinos de la nueva pareja. En Kazajstán se prepara el pan durante los funerales porque existe la creencia de que esto protege a los difuntos en espera de la sentencia divina, mientras que en Kirguistán se presume que es el reparto del pan el que garantizará a los muertos una mejor estancia en el más allá. Transmitida activamente de maestros a aprendices o en el seno de las familias, esta práctica cultural es una expresión de hospitalidad, de solidaridad y de determinadas creencias que simbolizan las raíces culturales compartidas por las comunidades y refuerzan el sentimiento de pertenencia de sus miembros a ell (UNESCO/BPI)[10]