Diferencia entre revisiones de «Identidad cultural»
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Las convenciones compartidas en las que se basa una identidad son frecuentemente implícitas. Para que el funcionamiento interno de una cultura sea posible, ciertas reglas básicas y significados que subrayan su producción son generalmente dadas por hecho por los participantes. |
Las convenciones compartidas en las que se basa una identidad son frecuentemente implícitas. Para que el funcionamiento interno de una cultura sea posible, ciertas reglas básicas y significados que subrayan su producción son generalmente dadas por hecho por los participantes. |
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== Referencias == |
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== Referencias == *Anderson, Benedict (1991). ''Imagined Communities''. London: Verso. |
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*Anderson, Benedict (1991). ''Imagined Communities''. London: Verso. |
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*Balibar, Renée & Laporte, Dominique (1974). ''Le français national: Politique et pratique de la langue nationale sous la Révolution''. Paris: Hachette. |
*Balibar, Renée & Laporte, Dominique (1974). ''Le français national: Politique et pratique de la langue nationale sous la Révolution''. Paris: Hachette. |
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*Bourdieu, Pierre (1980). L'identité et la représentation. ''Actes de la recherche en sciences sociales'' '''35''', 63–70. |
*Bourdieu, Pierre (1980). L'identité et la représentation. ''Actes de la recherche en sciences sociales'' '''35''', 63–70. |
Revisión del 18:53 11 jun 2009
Identidad cultural
La Identidad cultural es el conjunto de valores, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elemento cohesionador dentro de un grupo social y que actúan como sustrato para que los individuos que lo forman puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia. La identidad cultural es similar a todo aquello que nos los enseñan nuestros antepasados y lo ponemos en practica
Modelos de estudio de la identidad cultural
Existen dos corrientes en antropología a la hora de abordar el fenómeno de la identidad cultural:
- La perspectiva esencialista estudia los conflictos de identidad como algo inmanente y hereditario culturalmente. Esta aproximación considera que los diversos rasgos culturales son transmitidos a través de generaciones, configurando una identidad cultural a través del tiempo. Uno de los defensores de este modelo es el politólogo David Laitin, quien señaló que en la Guerra de los Balcanes, los serbios asesinaban croatas debido al odio ancestral que sentían por ellos, es decir, por una cuestión de identidad cultural heredada. Latin afirma que la movilidad social e ideológica es posible, pero la cultural no.
- La perspectiva constructivista, en cambio, señala que la identidad no es algo que se hereda, sino algo que se construye. Por lo tanto, la identidad no es algo estático, sólido o inmutable, sino que es dinámico, maleable y manipulable. Un ejemplo es Somalia, que hasta el año 1991 era un país homogéneo, étnica, cultural y lingüísticamente, pero a partir de ese año el país cayó en una guerra civil entre clanes debido, en parte, a una ruptura de la identidad cultural hasta entonces homogénea.
Críticas a los modelos
Las críticas que se pueden hacer al modelo esencialista son que la cultura no es algo que se hereda totalmente, y por lo tanto, la identidad cultural tampoco puede ser heredada férrea e inflexiblemente. Si así lo fuera, todo el mundo lucharía contra todo el mundo, porque en algún momento del pasado siempre ha habido un conflicto entre dos o más grupos. Si así fuera, los ciudadanos de Pamplona, por ejemplo, seguirían luchando entre ellos, debido a que en el pasado se produjo un conflicto entre los ciudadanos de los tres burgos que formaban la ciudad. Por lo tanto, puesto que la cultura no es algo inmutable, sino que se transforma continuamente, la identidad cultural tampoco es algo inmutable y se transforma continuamente, convirtiendo a los que antes eran enemigos irreconciliables en un único pueblo y a los que antes eran un único pueblo en entidades culturales opuestas.
Respecto a la perspectiva constructivista, las críticas que se le pueden hacer son que la identidad cultural tampoco depende únicamente de factores coetáneos, sino que existe una transmisión modificable a lo largo del tiempo. No es simplemente una construcción que se realiza desde cero, sino que existe un sustrato básico sobre el que se trabaja y se moldea una identidad cultural determinada.
Identidad cultural como oposición a otras
Algunos autores han comenzado a estudiar las identidades culturales no solamente como un fenómeno en sí mismas, sino como un fenómeno en oposición a otras identidades culturales. En esta corriente se considera que la identidad cultural se define por oposición a otras. En grupo se define a sí mismo como tal, al notar y acentuar las diferencias con otros grupos y culturas. Según esta corriente, cualquier cultura se define a sí misma en relación, o más precisamente en oposición a otras culturas. Así, la gente que cree pertenecer a la misma cultura, tienen esta idea porque se basan parcialmente en un conjunto de normas comunes, pero la apreciación de tales códigos comunes es posible solamente mediante la confrontación con su ausencia, es decir, con otras culturas.
La dinámica de la auto-definición cultural implica un continuo contacto entre culturas. Más aún, esas relaciones nunca son de igualdad, dado que nunca se manifiestan de manera aislada: la complicada red de relaciones creada por la superposición de relaciones políticas, económicas, científicas y culturales, convierte cualquier relación entre dos culturas en una relación desigual.
El hecho mismo de que dentro de una cultura o práctica cultural exista la conciencia de una identidad común, implica que también hay un impulso hacia la preservación de esta identidad, hacia la auto-preservación de la cultura. Si la identidad es construida en oposición a los extraños, las intrusiones de otras culturas implican la pérdida de autonomía y por lo tanto la pérdida de identidad. Las convenciones compartidas en las que se basa una identidad son frecuentemente implícitas. Para que el funcionamiento interno de una cultura sea posible, ciertas reglas básicas y significados que subrayan su producción son generalmente dadas por hecho por los participantes.
Referencias
- Anderson, Benedict (1991). Imagined Communities. London: Verso.
- Balibar, Renée & Laporte, Dominique (1974). Le français national: Politique et pratique de la langue nationale sous la Révolution. Paris: Hachette.
- Bourdieu, Pierre (1980). L'identité et la représentation. Actes de la recherche en sciences sociales 35, 63–70.
- de Certeau, Michel; Julia, Dominique; & Revel, Jacques (1975). Une politique de la langue: La Révolution française et les patois. Paris: Gallimard.
- Fishman, Joshua A. (1973). Language and Nationalism: Two Integrative Essays. Rowley, MA: Newbury House.
- Gellner, Ernest (1983). Nations and Nationalism. Oxford: Basil Blackwell.
- Gordon, David C. (1978). The French Language and National Identity (1930-1975). The Hague: Mouton.
- Laitin, David. (1995). Transitions to Democracy and Territorial Integrity. Capítulo 1. En "Adam Przeworski et al Sustainable Democracy". Cambridge: Cambridge University Press, pp. 19-33.
- Méndez, Castro Palmira (2008). "concepto de identidad" Tomo 1 y único. Nauatl, Aghev.
- Robyns, Clem (1994). Translation and discursive identity. In Clem Robyns (Ed.), Translation and the Reproduction of Culture. Leuven: Cetra. Also in Poetics Today 15 (3), 405–428.
- Robyns, Clem (1995). Defending the national identity. In Andreas Poltermann (Ed.), Literaturkanon, Medienereignis, Kultureller Text. Berlin: Erich Schmidt Verlag ISBN 3-503-03727-6.
- Woolf, Stuart. Europe and the Nation-State. EUI Working Papers in History 91/11. Florence: European University Institute.