Se muestra la evolución gráfica de las letras fenicias en otros alfabetos. El valor fonético cambió en gran medida, tanto durante la creación inicial de nuevos alfabetos como debido a los cambios fonéticos de las lenguas que los han usado a lo largo del tiempo.
En la escritura fenicia, a diferencia de la mayoría de abyad posteriores como el arameo, hebreo bíblico y el árabe, ni siquiera las vocales largas se representaban en la escritura. Con el tiempo, se fueron desarrollando sistemas para marcar las vocales mediante el uso de consonantes (matres lectionis): en primer lugar, a partir del siglo III a. C. apareció la práctica de utilizar una 𐤀 (ʾ) para marcar la presencia de cualquier vocal final y, ocasionalmente, 𐤉 (y) para marcar una [iː] final. Más tarde, sobre todo tras la caída de Cartago, en las llamadas inscripciones neopúnicas, se complementó con un sistema en que la 𐤅 (w) denotaba [u], la 𐤉 (y) denotaba [i], la 𐤏 (ʿ) denotaba [e] y [o] y la 𐤀 (ʾ) denotaba [a],[1] aunque para este último fin también podían hacerse servir la 𐤄 (h) y la 𐤇 (ḥ).[2] Este último sistema se utilizó por primera vez con las palabras extranjeras y se extendió a muchas palabras nativas. Una tercera práctica era adaptar el uso de las consonantes al que tomaron cuando pasaron al latín y el griego, algo que por lo visto era todavía transparente para los púnicos: el sistema era prácticamente igual al anterior, pero utilizando la 𐤄 (h) para denotar [e] y exclusivamente la 𐤀 (ʾ) para denotar [a].[3] Posteriormente, las inscripciones púnicas empezaron a hacerse en alfabeto latino, que indicaba todas las vocales. Estas inscripciones posteriores, junto a unas pocas inscripciones en alfabeto griego y las transcripciones de los nombres fenicios a otros idiomas, representan la principal fuente para interpretar el sistema vocálico fenicio.